El último poema antes de morir de un solo verso
Me desmayé cuando atisbé aquella escena en donde la tersura y la parsimonia, se matrimoniaban y ejercían la danza de la atracción, del encanto. Y entre tantos otros espectáculos, el de tu propiedad, ha sido el más espléndido. Y sí, me puse pálido. Y sí, quedé como un parapléjico. Es que, soy tan crédulo que confié en que, tus destellos de nobleza redujeron mis espantos... A la fecha son menos las penurias, menos los llantos. Que ya ni sé en cuántos rezos te situé, aun cuando me encontraba en esos días álgidos. Desperté y me sentí fantástico, aunque desahuciado por tu omnipresencia, que me resulta cálida, pero a la vez provoca en mi un pequeño quebranto... Quisiera serte más exacto, pero se me desconfigura la cordura, y se me estremecen las sinceridades. No volvería (qué tontería), a estar animado, ni dentro de otras cuatrocientas navidades. Tú eres una cenicienta en mis aposentos, y aunque no me controla el tiempo, siento que, si no fuese porque soy invisible como el viento, yo ya estu