«Al borde»
Se me aguan los ojos, y las lágrimas, me los resecan
mis manos, al cuchillo pecan
y mis dedos: sangrientos, rojos.
Estoy disparatado, como idea absurda
se me olvidaron mis derechos
tengo ahora, dos palmas zurdas.
¿Qué es la paz? No la percibo
sólo sé sobre disturbios
Más sé sobre el lenguaje sucio
que de soluciones a largo plazo.
Ya sin el pan bajo el brazo
ni la pulcritud de llamarse "noble"
Escojo mis inseguridades por sobre mis inquietudes
del “¿Hacia dónde vamos? ¡Hacia dónde!”
Mi voz es cementerio de fábulas
y confabula con mi mente extremadamente intensa
Interrogo a mis propios desahogos,
prescindiendo de la redención en una cápsula
Las ventanas consagran el aire enviciado
y se desgarra la fe de los acontecidos
todo es denso, hasta mi respirar acentuado
y mi alma afable todavía se esconde.
Se escucha en el vacío cuanto silbido
y me recuesto sobre un prado de piedras,
y las pisadas previas fungen de hierbas
y los testigos no son ya ni una prueba...
Camino por la andana despavorida
como si la galerna fuese curativa
Me enojo con la treta de la corta dicha
y hasta el último suspiro seré
recelo, cuestionamiento y mil líos.
Todos quieren dejar al siniestro
hostigado como lava al árbol enroblado
y se hace eterno el encantamiento
de observarnos al charco de agua, embrutecidos
Tal vez un soplo nos levante a la gloria
y seamos de este campo de guerra, trasmutados
sólo los parques le hablarán al ruido
y los volcanes quedarán exhaustos.
Regreso a verme como nubarrón
con el marrón de mis sabores favoritos manchados
y la lluvia cayendo sobre mis enredos
dejando todo este sueño nocturno, finiquito.
El Poetólogo
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