Amor a primera huida

 

Mirando hacia los adoquines, y con sus brazos alicaídos,

sentada en la banqueta; ya ni su sombra hace silueta.

Sus amantes la han desgastado como calzado y calcetines

Sus intuiciones, como delfines, pero, sin nadie con quien cortejar en la glorieta...

Hizo maletas, a su suavidad y, a sus coloridos vestidos;

la fuerza de los engaños le pudo más, como riachuelo al césped recién cortado.

Y su voz que era un volcán, ahora sólo es ruda afonía...


La noche se hace día, y la indigencia de sus deseos se empolvan,

como estantería de vasijas vacías, una tontería;

cómo los ánimos por los suelos, que hasta a la alegría la hacen sorda.


Ya no muchas convicciones la escoltan, así, se garbean los "desubicados",

 empero sigue ella como majestad en reposo temporal;

y su retorno está a la vuelta del chaflán.

¿y dónde están? ¿dónde están los obsequiosos?

Que han hecho hábito el mostrársele reticentes


¿Hacia dónde van? ¿dónde van, los parcos sin delantal?

ya le hicieron oratoria repetitiva, y no saben que está a punto de concebir su huida.

El aparente destino, hasta él, es un poco irrespetuoso;

Así pues, tal y como es, aparente, también miente...


Se disparó a sí misma, como rifle en palmas de chimpancé,

no lo sé, creo que el amor infecundo, atormenta más que una madrugada de pedradas.

Parece que la belleza se guarece, hasta que un nuevo Sol estalle en el cosmos;

y asimismo el tiempo detiene su marcha, hasta que el cielo se devuelve a su propia fe.


Sus recuerdos son como charcos resecos, donde los primitivos van con la cara borrada.

Y su reverdecer deja sus gotas de esperanza, 

preparándola para la conquista de un trono eterno,

donde ni los más habilidosos pueden llamarse cuerdos, ni los que lo fueron, ni los que lo somos...



El Poetólogo







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