Mis martes son un “martéreo” 💣

 

Y en especial éste, que para mí, ya pasó. Porque decido terminarlo yo, porque ha sido así con todo; con lo basto, con lo puro, y hasta con lo irrisorio, y hasta con lo que no me da risa. De los días en que he escrito sobre otros lienzos, cuando pienso, cuando me siento existente.


Soy exigente, lo admito, hoy me miré al espejo y proscribí un gran grito, pero interno, nadie lo escuchó, sólo las paredes y el piso lastimado con mis pisadas pesadas, pues hastiado ya estaba desde «tiempos de antaño­» (referencial)

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Desayuno ruidos, de las calles, del vecindario. Trato de escribir en mi diario, pero el bullicio es algo, más o menos, sucio, para mis oídos, que limpio frecuente; quizá por eso escucho los silencios, fuertes.

Me dispongo, a crear proyectos, y me inyecto sabiduría, sólo recordando frases de mi abuela, y aunque todavía duela, siento que ella vuela por el cielo guiándome; pues, siempre lo hizo.


Tengo una repisa (mental), donde cuelgo mis galardones, de lo bien que me han salido, las propuestas para ser un gran amigo, aunque pocas veces las haya querido/deseado (las amistades).


Me comí un bocado de noticias sofocantes de la tele, y no me enferma nada, pero me aturden. Porque hay más gente que habla de lo que todos hablan, y eso me genera un panorama, para mi existencia estable, complicado.

Me había desaparecido por un tiempo, aunque el tiempo para mí sea un conspicuo innecesario.


He vuelto, y sólo me fui ayer por 2 minutos. Estaba bruto, estaba desorientado, mañana vuelvo a estarlo, y voy a incomodarlo a usted, lector que no entiende de cosas simples, pues volveré cuando esté bien. Éso, cuando mis ocho horas exactas (referencia), haya descansado. 


El Poetólogo

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