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Mostrando entradas de diciembre, 2021

SOLTAR AL VACÍO 🍂

Soltarte fue, y será, parte de un estracto de intento por sonreirle al sol una vez más. Astro lejano que da color, a lo grisáceo, a lo insoluble, a lo tácito. No me siento complacido al abandonarte por causas naturales, algo así como la muerte temprana de un infante, o como el maltrato al elefante del circo, donde espectantes como yo, se levantan y devuelven su boleto, y se enrumban a otros paisajes... Somos frágiles, fuimos frágiles; fuimos dos, y, ahora somos estrellas que circundan las capas más altas del espacio, sitio lleno de infinidades. Así también nombré al libro de mis experiencias, donde se enlutan deidades, al desconectar el amor de la costumbre, al soltar al pez del cardumen, y devolverlo a aguas correntosas.  Las cosas más grandes que hecho han sido abrazarte, almohada de carne, de espíritu, de sangre. Irrevocables los momentos en que lloré lastimado a un lado de la orilla de mis inseguridades. Las ciudades, se apagan conforme la madrugada hace su llegada. Y en cada rincó

COMPLICA-CONFIGURACIÓN ⚙

  Cuando perdí, yo no perdí, sino gané; me senté, a tomarme un café, y los pies desbaratados, por los nervios alocados. En ese cuarto, yo acalorado, y en cada suspiro, como dragón que escupe fuego, dije “Hasta luego, esposa mía”, pues me encontraba atado, complicado. La algarabía de mi garganta, hacía que los dobleses de mi mente, por donde cabían los gusanos que carcomían la belleza de mis pensamientos, se adormecieran. Y por la gracia de los pecados trabajados por la silueta que me perseguía, me solté de las cadenas, y aunque las penas proseguían, me hice fuerte sin armadura física. Le di mil golpes a la crítica de mi filosofía, le di la mano extendida, a mi pasado que me aturdía. Y ahora convivo con millones de pesadillas que me amenizaban; y las amenazas de lo que pasaría, hicieron que revoque las plazas, de lo que dolía... El Poetólogo

Domingo de Lloro

Estoy quemado , mentalmente quemado. El tocadiscos de mi cerebro toca la misma pieza, y cuando empieza el llamado ‘grito desesperado’, se crea un bucle donde tooodo es repetitivo; desde las añoranzas de ver el amanecer en una montaña, hasta la conversación en la terraza que nunca se ha dado. Apodado por mí, como el lapsus temporal más largo, acudo a mis memorias sanas, con esfuerzo, a tratar de atar cabos sueltos. Estoy revuelto como el huevo del desayuno en la mañana. Estoy envuelto en situaciones simples pero agotadoras... ¿Y ahora? ¿Qué sigue? ¿Mudarme al lado de la esquina donde gira mi despido tempestivo de aquel recuerdo?  Yo ya no llego a un acuerdo conmigo mismo en estas instancias, y bajo este traje de pesadumbre. Tengo que (y temo que), ejecutaré una modificación forzada, a mi lenguaje invisible, para que el tipo del espejo se mire más calmado.  Estoy cuerdo, pues aún conservo los buenos tratos hacia los que no compaginan en mis páginas de lamentos y cosas raras, como líneas