Vejentud

el calor me enfría y el frío me descongela; bajo la zuela de mi zapato, ya se han borrado huellas.

no miro estrellas, miro constelaciones. yo distingo fácilmente entre la ayuda bondadosa y conspiraciones.

yo distingo entre domingos tristes y martes locos... son pocos los que se atreven a ser como la verdad hecha carne, y entre esos pocos es que yo estoy incluido, inmiscuido. 

a veces me descuido, y estoy divagando con temas de idilios y de lidiar con dificultades invisibles pero que hacen presencia día y noche sin importar el clima.

a veces hago ruido con mi silencio y eso es fastidio para el vocinglero. y quiero estallar como estallan los arcoiris, gritar como gritan los silentes.

ni con lentes puedo mirar la lujuria sin sentimiento, ni el placer que se mezcle con aburrimiento; pues para mí no existe pausa en el maratón de risas hechas concierto.

los amigos son refugio, son escudo, nunca quemeimportistas del dolor ajeno. y eso es bueno, porque aún tengo la esperanza de encontrar algunos...

mis pasiones son como mis desayunos, placenteros, silenciosos, conmovedores, satisfactorios. 

hay una voz en mi cabeza que se acaudala, es como un pájaro con muchas alas pero poca valentía para abrirlas y soltarse al cielo, al vuelo.

tengo un pasado agridulce, probado y comprobado, con un clima de fárragos congénitos; y formo pleitos con mis idoneidades, y me pido, me suplico a mí mismo “no te enfades”, pues concluyo que cada lucha interna es una rima, y la felicidad siempre viene por partes...

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