Todos los días es un «hasta pronto»
[Introducción]
Saludos a la mujer más bella sobre la faz de la esfera terrestre
Aunque me cueste, sigo pensando en su (aura) azul-celeste
Es que, la luna hace que ella se preste, para hacerle símil
Mientras la miro dentro de mi cerebro y la describo como hacían los poetas de esencia rupestre
[Continuación]
A veces sigo esperando que me conteste, que me hable a través de la combustión calorífica
Que su ausencia sea pasajera como los recuerdos en la demencia, no quiero vivir más historias terroríficas
[Desahogo]
De la resiliencia ella tiene esencia, y yo con dificultades para sanar, por eso la mantengo en mi conciencia
Con cuidado de que su permanencia, conste en el álbum de mis mejores experiencias
Por su existencia, tengo dependencia; es como mamá, pero con la diferencia de que su presencia nunca me urge con urgencia
Es la razón de mi elocuencia. Soy un reservado parlanchín, con sentido de pertenencia a su decencia
Es esa ocurrencia que con frecuencia pasa por mi mente y me quita la somnolencia
Es la evidencia de supervivencia que se refleja en mi inocencia
Su belleza y su inteligencia guardan equivalencia
Y aunque me hable disparates, nunca le encuentro incoherencias
Es como una deportista surrealista, ella misma es su competencia
Trato de escucharla entre el viento pero su lejano silencio hace interferencia
Se me hace una indeleble, como aquel amor de adolescencia
La pienso tanto que tengo que hacerlo con mucha prudencia
Y aunque mis neuronas recorran dentro de mí con aparente violencia
Seguiré con la creencia del ‘todo pasa por algo’, al carajo las coincidencias...
[Rapsoda]
Ella se me hace necesaria como indumentaria carcelaria, para hacerme más visible dentro de la masa societaria
Le tengo un cariño guardado muy dentro de mi ser, como los secretos que guarda la industria alimentaria
Es como una criatura milenaria, mitológica que va contra mi lógica rutinaria
Mirarla es mirar el cielo y soltar plegarias, y cada vez que la imagino se convierte en mi adversaria
Porque invade toda el área de mi cerebro pensativo, y sigo vivo aunque a veces lo dude como se duda de la vida de un bebé nacido por cesárea
Y mi mente solidaria la mantiene entre algodones, mientras yo sigo siendo la misma persona solitaria
Ella siempre me lleva la contraria, porque cuando la pienso hace que mi glándula pituitaria se descontrole de manera involuntaria
La echo de menos como echo de menos la vida universitaria, la abundancia monetaria en mis bolsillos, como cuando estaba en la secundaria
Y aunque de los consejos que le ofrecía ha dejado de ser usuaria, siempre la mantendré dentro mis obras literarias
Como en este poema y en los muchos que le escribí, para que si un día de mí se encarga la funeraria, sepa que de mis letras siempre fue co-propietaria...
El Poetólogo
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