En armonía


Me suelto al aire y corro como desierto al agua,

allí me quedo y hago estragos sobre lo aquello vivido.

Dormido entre vigilias, mi corazón en exilio;

empero contando con días venideros más sobrios.


Busqué entre los pliegos de papel jaspeado,

un augurio de un saludo algo espontáneo;

con mañas de un invicto fidedigno,

y con el drama de querer por sobre todo el odio.


Me convertí al entusiasmo de rondar su encanto,

entre tantas otras crónicas ensimismadas,

ocultándome al sentimentalismo de fatuidades 

todo ha sido algo más que un simple escollo.


Pacífico me he enseñoreado, y así taciturno me hago cumplidos,

pues es todo lo que puedo dar de ofrenda a ese ser espléndido.

Mas siendo enfático en lo que se trae lo estupendo;

Y en consejo, tiempo al tiempo es paz a mis demonios...


El Poetólogo


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