“Amar a alguien después de muerto”

 

Las rosas se marchitaron, y se marcharon el aroma de tu presencia junto con la cantiga de los pájaros;
me visto de negro por dentro, y me sacudo el lagrimeo, y el polvo que se mezcla con ácaros.
Todo parece normal hasta que suena el silbato alertando del incendio, el conato, un hecho que suena bárbaro.
Me perdí entre el recreo de las pesadumbres; y entre pensamientos diminutos que por minutos parecen una furibunda muchedumbre.
Opté por dejar de escuchar a los muros de contención que simulaban prestarme atención, sólo quedan la soga, el balcón y los fármacos...

Quiero viajar recostado en el desahogo para este cuello asfixiado, gritando que te sigo idolatrando.
La estupidez más grande que he cometido, quizás haber nacido, quizás no arrancar la página del cuaderno de las mil historias que voy narrando.

Te pareces a las olas del mar cuando se van alejando, la cara de quien un día me amara, que yace en un brazo como tatuaje.
Las hojas con gotas, la tinta que se difumina, eso resume mi personaje
Las risas y las distracciones son solo para esta existencia, maquillaje
Recalco que vivo en un cuento donde el sufrimiento es de alto voltaje.
El incendio se sigue propagando, no hay escape, hará falta el féretro y el cortinaje...

Después de que las nubes lloren desconsoladamente, voy a trotar en ese puente, hasta que de repente me mezcle con el viento y me enrosque con el río.
Estoy tan desgastado que hasta me río; estoy tan devastado como terremoto en un poblado de clima frío.

El granizo rebotando en el piso es lo mismo que yo con rabieta, cómo olvidarme de ti, ahora es una de mis metas.
No me comprometas, no quiero ser insolente, sólo la tierra mojada sabe lo que sufre el huerto independiente.
Amar a alguien después de muerto, no sé si es conveniente, pues sigo vivito y muriendo, que hasta parece algo incongruente.

Tengo la animadversión entre los dientes, y rechinando lanzo insultos como dragón que escupe fuego;
pero luego siempre te olvido, me descuido y ya no eres más un ser vivo.

Inerte, con tu muerte alegórica, tu existencia ahora es simbólica
Las palabras que soltaste al viento, resultaron mórbidas
Eres la carcoma en mis cuadernos, ficticia como unicornio pero sin el cuerno
Te confundiste ya entre la tierra mojada, y las lluvias torrenciales de cada invierno
La decepción que nace del apego, ya es un clásico moderno,
y vivirás del carisma fraudulento, ese que suelen brindar algunos amores paternos... 


El Poetólogo


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