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Mal presagio

Los árboles lloran hojas secas, el clima se hace tosco,  mis manos tiemblan , y hasta eso parece muy poco. Me alimento de la angustia, y del entrometido desespero, ya no sé ni lo que quiero, ni reconozco al hombre del espejo. Regalé al viento mis manifiestos, y la devoción por tu existencia, revoqué sentimientos que involucraban dependencia. Pero con el corazón lastimado, los pensamientos estrujados, ya ni siquiera el vino se hace añejo, y hasta el desprecio me es inocuo. Los mares me auspician calma, y mi cabeza es una montaña rocosa, las quejas hoy no son tantas, pues objetaron mis argumentos. Con tan poco me complico, y me culpo, lo admito, pero si no me guardas rencor, mejor mantente lejos. Quiero dispararle a la cabeza de los volcanes y que tus vistas se entorpezcan;  y para cuando amanezca, tengas menos ímpetu de olvido, y de indiferencia. Quiero sugestionar tu egocentrismo, y asimismo, callar tu burla; contarle al suelo, que los pasos no son lo mismo que las pisadas, y que de es

ERA

Estoy como los hijos del yugo , el remordimiento me entra por los ojos. Y siempre que pongo las barbas en remojo, yo escojo, variantes de un amor que conmigo nunca estuvo. Estoy descuadrado como un remedo de cubo, en el estómago se me hace un nudo, y en el cerebro haciéndome ensaladas de frutos rojos. Estoy que la sangre me hierve, y es que no se trata de que gane o pierde, se trata de que el hastío me deja siempre el vaso medio vacío. Estoy como el propio desenfreno , deshabituado, salido de escena; las muchas iras me queman.  Ella se fue como el aroma de la loción después del baño, y no sé si me hizo daño, pero yo sí a mí cuando la traigo a colación. Estúpido el susodicho que te replica sus pesares y malestares, así como los estomacales, el que te invoca sin merecer tú el encomio. Estoy como el volcán furibundo; a punto de enviarte lejos, lejos de este mundo; donde ya no hay principio ni fin, a ti te hablo, ruin. Exclamé al cielo una oda, como en tono de joda , como para ver si te in

Cuestión de gustos

Me gustan el café amargo, y los besos en las mejillas del corazón, me disgusta esta vida, sin embargo, para gustarme tienes un don. Te conozco como a las profundidades del piélago, a las que nunca he ido; te guardo desde aquel instante, como la moneda brillante en el bolsillo izquierdo de mi pantalón. Me gustan las adversidades, no tanto como el olvidarme de que existen. Y como suele decirse, quererte en silencio «me tiene podrido ». Presiento que nuestros nacimientos han cobrado hoy más acepción; Aún no te tengo entre mis brazos, y pues, ojalá ellos y tú no se enemisten. Me gusta mirar el alba aunque desaparezcas pronto, nublada. Si lloviznas no me enojo, pues a mi alma así dejarás aun más encantada. Soy el amante más rimbombante que tiene la indiferencia, pero tú en mi conciencia jamás has sido la “una más del montón”. Luces como las luces del pino navideño, y siento que ya respiro tu atmósfera;  y a veces tengo esos  Déjà vu  en donde nos observo a ambos, pequeños. Y si mi felicidad

Recital de un Introspectivo

He estado tocando fondo varias veces y nadie se da cuenta; pero a fin de cuentas, lo que quiero es estar contando estrellas. Caminar por sobre encima de la arena, en una noche templada, dejando huellas. He querido celebrar victorias... pero las angustias le ganaron a las promesas; ya ni recuerdo cuántas veces me llamé a mí mismo “torpe”, ya ni me asomo a la ventana a checar el estado del tiempo. Las heridas sólo son heridas si dejan algo más que un simple golpe; y yo, voy por este sendero de lamentos con algo más que laceraciones. He jugado con el deseo de ser más grande, que el mar, que el firmamento; y te comento, de vez en cuando, hasta rezando , yo resbalo. Algunos fuimos como cuerpos celestes, de los que hoy no quedan ni los restos, empero sigo soñando, porque el no hacerlo, suena a excusa del mundano... Llevo como amuleto las enseñanzas del muy mal llamado destino , y para mí la vida no ha sido más que siempre estar “al borde del precipicio”, no cuento con muchas amistades, pues

“Todavía”

Hoy me acordé de ti; y en silencio hacía yo estruendo con el recuerdo de tu semblante.  En ese instante supe que la ilusión ya no es sino una mezcla de sentimientos tangibles.  Y es comprensible, pues, al verte tan distante opto por «guardarte», lo sé, soy predecible. Parece que ya se me agotaron las simples tristezas; pues ahora la melancolía me acompaña todo el día, y sigo, como enamorado primerizo, actuando con torpeza... Nada ha cambiado, sólo el rumbo de mis infortunios. Te pienso desde enero y termino en mayo, y comienzo de nuevo en junio. Hasta en las nebulosas, yo muy clara te diviso. Y en las frases en las que te evoco, trato de siempre ser preciso. Dejándote en el podio de las privilegiadas, te adjudico el papel de extraordinaria, y en eso, casi nunca me equivoco. Ya asimilé tu (nunca manifestada) despedida; pero tengo que decir que me cuesta a veces pernoctar... y es por tu presencia inextinguible dentro de mi mente. Hay otras cosas de las que me debo ocupar, lo que signific

En armonía

Me suelto al aire y corro como desierto al agua, allí me quedo y hago estragos sobre lo aquello vivido. Dormido entre vigilias, mi corazón en exilio; empero contando con días venideros más sobrios. Busqué entre los pliegos de papel jaspeado, un augurio de un saludo algo espontáneo; con mañas de un invicto fidedigno, y con el drama de querer por sobre todo el odio. Me convertí al entusiasmo de rondar su encanto, entre tantas otras crónicas ensimismadas, ocultándome al sentimentalismo de fatuidades  todo ha sido algo más que un simple escollo. Pacífico me he enseñoreado, y así taciturno me hago cumplidos, pues es todo lo que puedo dar de ofrenda a ese ser espléndido. Mas siendo enfático en lo que se trae lo estupendo; Y en consejo, tiempo al tiempo es paz a mis demonios... El Poetólogo

“Remembranza”

  Cerré los ojos a las 2 de la madrugada, una no tan abrigada, cerré las ventanas, pero la puerta entreabierta, me decía que demorabas... Mientras caminaba hacia la cocina recordaba, tu mirada, la platera vacía, y unas galletas un poco abrasadas. Desperté nuevamente, y aún oscurecido seguía el entorno, la mesa sin mantel, pero el florero aún de adorno. La foto entre el cuaderno, y allí tu rostro sempiterno, embellecido. Yo seguiría intacto si no hubieses «fallecido». Le hago cumplidos al cielo, diciéndole que a él te asemejas; y la historias que me contabas, ahora son todas moralejas. Y así mientras más te pienso, más te valorizo,  perdón, no contaba que te irías pronto con el que nos hizo. El jolgorio en mi mente ya no hubo más, sonrío pero sólo de repente; fuiste incondicional como la luz solar, y en la nada sigues vigente. Luego de que encuentre solidez, te buscaré otra vez;  pero esta vez, como canicas que buscaba en mi niñez. Cuesta talar un roble, y así de noble mi corazón exhibo