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Caperucita rota 💔

Y allí estaba yo, cincelando las vestiduras de mi amor por el caballero oscuro; danzando entre olas de incertidumbre por los desfiladeros futuros; orándole al tiempo que no se detenga por nada en el mundo; desgañitándome hasta saciar el éxtasis de dilección hacia sus limpios escrúpulos... Mientras el crepúsculo hacía su llegada, yo llegaba cabalgando encima de la duda; con una túnica de verde esperanza, esperando no se me apague el candelabro que instauramos juntos. Hoy ya todo es gamberrismo dirigido a tu conciencia de extensos paisajes pixelados; ya no encandilan ni las zalemas, ni las tardes de helados; recuperé el miedo que infundaba la soledad sin pausa. Te fuiste no sin antes cantar ruidoso sobre patrañas que me dejaron exhausta; me dije a mí misma "basta", y hasta el sol de hoy conozco tu penitencia cumplida. Sin promesas, porque la mesa ya está servida; con escudillas que reflejan tu hermosura tergiversada; con las sillas patas arriba, porque nadie se sentará con el h

Inercia

  “Algo dentro de mí murió aquel día”. Suspiré. Miré al cielo y estaba estrellado - como yo - estresado, agotado, embriagado, pero de penurias. Amargado, como un café cargado; destrozado, como camión sin el botín (blindado). Y sí, nuevamente suspiré , como el polvo de ese café. Mi amargura terminó cuando dormí, y como con una armadura sobre mi templo me sentí cuando desperté.  Fue aterrador velar por el amor de una bisagra, que me abría todas las puertas de un corazón magnánimo. Y el camino pedregoso volvió a ser pedregoso, y el destino mío inventado, se languideció. Fui necio con la pugna del poder de aquella proclividad; y en la navidad de mis primeros besos dejé toda el alma con pesares, hasta que regresó, con muchos más. Detrás, a mis espaldas, cargo una espada, que gustaría me fuera mía, amada, pero no; es horriblemente, entre comillas, « idolatrada­ ». Ya no existen los sollozos, pues los gritos son más rimbombantes. Antes, yo corría por los senderos de esa conciencia bella, y al

*mi peritaje sobre su belleza*

Poesías de El Poetólogo Del álbum: Metaeufórico . Título del poema: Mi peritaje sobre su belleza. En el faro de sus ojos reposa la luz, la luz que sale de sus ánimas recónditas. Sus manos señalan la pulcritud de sus noviciados, y de sus parábolas insólitas. Vi cómo manejaba sus coyunturas, y mis desesperaciones quedaron atónitas... escuché su cantar en forma de garrulería entre olas en el viento.   Y allí reposé mientras inmolaba mis silencios extendidos; me hacía el desentendido, me hacía el solazado. Empero me ambicionaba con que sus brazos fornidos me arroparan... y continuaba ensayando mi propuesta de conversa soporífera para entretenerla.   Sus amuletos eran su sentir y su aplomo interno, sus lamentos eran hojas de árboles, arrancadas. Sus acicates no se comparaban ni al sueño del astronauta en viaje extenso, y su mirada solo guardaba requiebro aunque no se notara... En su caminar observaba yo buenos augurios,  de que su acercamiento iba a ser sempiterno. Y ahora la guardo en form

Las guapas no hablan...

Ni siquiera caminan, sólo emergen como emergen los cráteres en la luna, y la hacen más bella, vistosa, tersa. Ellas no hablan, pero se las menciona en tertulias sobre la belleza de la naturaleza; lideran la conversa. Casi nadie cuenta con la fuerza necesaria para hacerle jaculatoria alguna; se los dije, son como la luna.  No hablan, pero tampoco se enmudecen. Se estremecen, como se estremecen los árboles cuando nacen, cuando florecen. Ellas miran disimuladamente, otras veces de manera escueta. Suelen ser engañadas, pero siempre son profetas... No hacen alegorías de su talante, y siempre están adelante, por encima de las nubes, reposando como ángeles que no gimotean... Ellas sólo esbozan lo contradictorio que suele ser el entusiasmo por alcanzarlas, por mirarlas, por contemplarlas. Las guapas no cantan, las guapas son canciones. No se sienten, son emociones. No se desdeñan, aunque en ocasiones, nunca despierten por causa de los despropósitos de los execrables... El Poetólogo

Vejentud

el calor me enfría y el frío me descongela; bajo la zuela de mi zapato, ya se han borrado huellas. no miro estrellas, miro constelaciones. yo distingo fácilmente entre la ayuda bondadosa y conspiraciones. yo distingo entre domingos tristes y martes locos... son pocos los que se atreven a ser como la verdad hecha carne, y entre esos pocos es que yo estoy incluido, inmiscuido.  a veces me descuido, y estoy divagando con temas de idilios y de lidiar con dificultades invisibles pero que hacen presencia día y noche sin importar el clima. a veces hago ruido con mi silencio y eso es fastidio para el vocinglero. y quiero estallar como estallan los arcoiris, gritar como gritan los silentes. ni con lentes puedo mirar la lujuria sin sentimiento, ni el placer que se mezcle con aburrimiento; pues para mí no existe pausa en el maratón de risas hechas concierto. los amigos son refugio, son escudo, nunca quemeimportistas del dolor ajeno. y eso es bueno, porque aún tengo la esperanza de encontrar algun

"Relativo" (Metaeufórico - Pensamiento N° 220)

Quiérote tanto en tan corto tiempo, como se quiere a un nene recién nacido, como se quiere a la brisa en el desierto, como se quiere al bueno cuando muerto, como se prefiere lo malo porque parece más vivo... Te pareces al viento cuando deja de soplar,  es decir, nunca te vas. Te pareces a la luna cuando se apaga durante el día, es decir, en algún lugar iluminando siempre estás. Contemplo que seas como la suerte,  inexistente; pero para el creyente, una necesidad. El tiempo es relativo, y tú alícuota, a una enseñanza, a una deidad...

Poesías de un pasado agridulce - Poema #1

“In memorium” Por: El Poetólogo Contigo, todos los días me parecían viernes; ya no hay quien gobierne mis demonios dormidos; ya no hay quien se siente a escuchar lo rápido de mis latidos; ya nada me pone turbulento; temeroso. Excepto el recuerdo de nuestras almas en un aposento; lujo, sin ser lujoso.   Me dormí, una noche, y desperté a la madrugada siguiente. El agua aún caliente dentro de la taza; y la casa de nuestros idilios se quedó vacía. Y la beatitud se me volvió escasa.   Volví a donde los pájaros anidan solitarios; encima de un árbol de ramas cortas, como esperando se me deprede pronto. Dejé de ser un tonto, para convertirme en mi propia falda; donde lo único que ahora me respalda, y salva, son las fotos mentales.   No sé cuáles son los días de pena, pues todos los paso amargos; a veces solo saludo con el letargo, y allí parece voy sucumbiendo; a nadie ahora estoy viendo, solo a mis demonios internos...    Conseguí las monedas del estante, pero todas ya están oxidadas Como la