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Todos los días es un «hasta pronto»

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[Introducción] Saludos a la mujer más bella sobre la faz de la esfera terrestre Aunque me cueste, sigo pensando en su (aura) azul-celeste Es que, la luna hace que ella se preste, para hacerle símil Mientras la miro dentro de mi cerebro y la describo como hacían los poetas de esencia rupestre [Continuación] A veces sigo esperando que me conteste, que me hable a través de la combustión calorífica Que su ausencia sea pasajera como los recuerdos en la demencia, no quiero vivir más historias terroríficas [Desahogo] De la resiliencia ella tiene esencia, y yo con dificultades para sanar, por eso la mantengo en mi conciencia Con cuidado de que su permanencia, conste en el álbum de mis mejores experiencias Por su existencia, tengo dependencia; es como mamá, pero con la diferencia de que su presencia nunca me urge con urgencia Es la razón de mi elocuencia. Soy un reservado parlanchín, con sentido de pertenencia a su decencia Es esa ocurrencia que con frecuencia pasa por mi mente y me quita la so

El último poema antes de morir de un solo verso

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Me desmayé cuando atisbé aquella escena en donde la tersura y la parsimonia, se matrimoniaban y ejercían la danza de la atracción, del encanto. Y entre tantos otros espectáculos, el de tu propiedad, ha sido el más espléndido. Y sí, me puse pálido. Y sí, quedé como un parapléjico. Es que, soy tan crédulo que confié en que, tus destellos de nobleza redujeron mis espantos... A la fecha son menos las penurias, menos los llantos. Que ya ni sé en cuántos rezos te situé, aun cuando me encontraba en esos días álgidos. Desperté y me sentí fantástico, aunque desahuciado por tu omnipresencia, que me resulta cálida, pero a la vez provoca en mi un pequeño quebranto... Quisiera serte más exacto, pero se me desconfigura la cordura, y se me estremecen las sinceridades. No volvería (qué tontería), a estar animado, ni dentro de otras cuatrocientas navidades. Tú eres una cenicienta en mis aposentos, y aunque no me controla el tiempo, siento que, si no fuese porque soy invisible como el viento, yo ya estu

«Sono un essere felice»

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Las personas se aferran a los recuerdos, y yo, yo me sostengo con aquello que ya no existe. Casi nunca estoy triste, mas siempre estoy callado; como el árbol de hojas secas, que sólo hace ruido cuando se quiebran sus hojas. Cuando me expreso en papel soy versánico, cuando hablo de mis reprimendas soy cuerdo. “Se me tiemblan" las fortalezas, y se me endurecen los inviernos. Miro si respiro a través de mis muñecas, y pienso si me has leído cuando con la mirada te guío. Y te guiño, porque finjo que no me aflijo como el del crucifijo, como el huérfano, el único hijo. Me corrijo... Nadie me lo contó, nadie me lo dijo, que eres fulgurante, y yo que muy poco al cielo le exijo... Pero ya no te tengo en boga, sino sujeto una soga mientras el viento da sus pasos; y la oscuridad, esa de la que tanto dibujaba, constantemente conmigo dialoga. Pero tranquila, casi siempre ella es quien me hace caso. He extraviado el montante, donde antes ejercía el ejercicio de dejar de ser redundante. Con lo d

Episodio de Dolor N° 4500

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Un nuevo día, una nueva argucia; la vida que me dieron vino sin astucia. Y pernocto, como un búho, sigiloso. Bésandome las heridas que me hice con rasguños, como los osos. Los lamentos, ya no los expongo, los tengo en reposo. Me carcomen la mente, el desorden de mis tristezas, algo así como tener la mente sucia. Me atolondro, y me escondo debajo del cuaderno, entre cerrado, entreabierto. Cierro las ventanas del presagio, pero futuro incierto a mí mismo me advierto. Las voces en mi cabeza brindan concierto, pero con desconcierto, y luego todo es silencio como en el desierto... Nadie aboga por mí, sólo mis expresiones en matiz azul. Cargo lágrimas retenidas, como una hidropesía ocular, que no me la quitaría ni San Vicente de Paúl. No distingo entre cavernas y salidas de emergencia, vivo encerrado en un cenobio. Tengo que escapar, eso es obvio. En este cuerpo apagado, ya no encuentro permanencia. Me extiende la mano el más lóbrego, pero no me gusta la ardentía. Pareciera que estoy ciego,

Diaria tortura (Calentamiento mental)

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Continuando... De hace meses cargo con una rabieta, porque presiento que el planeta, a mí, y a mi corazón nos está sofocando. Fondo profundo estamos tocando, hablo de yo y de mi miseria completa. Ya no quiero hablar con las paredes ni con el suelo. Quiero hablarle a la Tierra para decirle que yo tampoco encuentro consuelo. Soy un tobogán de emociones disturbias, proveniente de un ente al que nadie lo reta. No es descontento, sí lamento, por ello, prefiero la convivencia en mi mundo paralelo. Mi alma llora como pertinaz lluvia, y en mi corazón yace más de una grieta. Son eventuales las tormentas, pero cómo atormentan, cómo escarmientan; mis estrellas se van quedando sin cielo... Llevan sangre mis letras, pues los pensamientos errantes, ni como antes son preciosos para este poeta. Millones de soles, mis torturas las segmentan, y a mis millones de neuronas las trituran, las calientan. La vida no ha sido color magenta, es más, me cuentan, que los calores de la amistad solo sirven en épocas

Etérea

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«Etérea­» Cuando te vi, experimenté el significado del “buen augurio”. Y aunque, tú, lejos de mí, contra mi orgullo cometí perjurio. Tu compañía ha sido grata, pero valoro más tu presencia en mi conciencia, y de no ser por la mesura de mi devoción por tu sonrisa,  estarías sonriendo en las realidades de mis somnolencias. En tus sigilos me hallé como en aguas mansas, afables. Y fue cuando me dije (internamente) “que tus palabras sean mimos cuando me hables". No titubeaste y me complaciste, así, como una profesora del vaticinio, consensuando a lo puro, lo puro de nuestro idilio. Me abrazaron, tus ojos, junto con su brillo, me revelaron lo inmaculado que es tu rostro, lo nombré “amanecer". Me enseñaste que puedo encontrar paz entre lo hermoso y lo sencillo, mientras sigo perdido en tu mirada, y es que, quiero el tiempo retroceder. Me haces falta como lluvia al campo; sin ti, soy una flor sin aroma, te veo entre la brisa, y me soplas como con la mayor caricia. Me hablas como mus

Ceguera

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Mis ojos están cansados, mis pupilas destilan gris grisáceo, mis pensamientos ya no soportan este invierno áspero, me queman las vistas como el infierno encelado. Ahora solo veo montículos de pesar Me tropiezo constantemente con la ansiedad Y en la oscuridad, permanezco como ángel revelado Y en la posteridad veo migajas de deseos indeseados... Asumo el rol que me dio el Supremo, y exprimo al dolor como el dolor me exprime; persisto como persiste el recién nacido en su siesta,  acompaño al agobio hasta saciar su miseria sublime. Y me hundo en las movedizas de mis heridas expuestas. Tranquilizo al tumulto de penas que llevo dentro, pero se me disparan como cohetes sin cielo... Pronostico mis propios sobresaltos y desencuentros, y agonizo en la templanza de mis crueles miedos. Mis vistas divisan fulgores densos, mis pensamientos trotan cerca del odio hecho enigma, mis brazos recogen a la criatura de ese pasado extenso; mi respiración es sofocante, y ni como antes es la misma. Por: El Poet