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Seguimos dormidos

Ya dejé yo de hablar con las paredes, siempre femeninas empero me senté a platicar con las noches estrelladas y nubladas y ya no apago mi cabeza por rabia, y prefiero llamarle memoria a mis retinas  así pues, las fotos mentales que nos hicimos para ‘el ello’ son sagradas. Exhorté al alma interna divagar en terrenos deshabitados a ver si con añoranzas la luna aunque sea asomaba pues yo, un amante de la oscuridad consensuada pretendía enviarte, entre el viento y uno que otro pensamiento, uno que otro recado. El camino se hizo largo, como el descanso de fin de semana y nunca corrí veloz, porque la despedida me parecía muy temprana. Castigué al Sol quedándome en confinamiento, aunque siempre fui el árbol aislado y aunque no admita defensa, de ahínco estoy deteriorado. Me siento incordio ante los enredos que da la vida prefiero hacerle caso al ocaso y seguir dormido ya que algunos recuerdos son como resbalones con caídas como si al pensarte saliera del planeta despedido. Continuaré ejercien

A una vieja conocida...

Le consulté al Ídolo de las Alturas, a ver cuánto me dura este fervor... Fue allí que persuadí hacia un favor, y le pedí magia, mientras el corazón mío destilaba lágrimas en hemorragia. Yo siempre he llevado tatuada una manía, llamada “nunca alcanzar lo que, sin titubeos, alcanzaría”... Le debo al cielo varios suspiros, y, con la mísera ilusión de confiar en lo improbable, estoy al día. Cuento mi propia leyenda sobre acontecimientos que me tapizaron el alma hasta dejarme sin aliento. Recuerdo haber estado entre enfrentamientos constantes a medida que el árbol se hacía hercúleo... y yo, pintando al óleo paisajes borrosos por la pena de mis ojos llorosos, la soledad siempre me consentía... Hasta que trastabillé e imaginé que los cielos surcaba con espadas; me creí un guerrero de la Antigua Grecia pero con sus plazas inundadas. Eso, cuando vi a la paloma mensajera llegar hasta mi ventana, y en el manifiesto una aventura sin igual, descrita y muy bien contada. Me ilusioné, como se ilusiona

Todos los días es un «hasta pronto»

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[Introducción] Saludos a la mujer más bella sobre la faz de la esfera terrestre Aunque me cueste, sigo pensando en su (aura) azul-celeste Es que, la luna hace que ella se preste, para hacerle símil Mientras la miro dentro de mi cerebro y la describo como hacían los poetas de esencia rupestre [Continuación] A veces sigo esperando que me conteste, que me hable a través de la combustión calorífica Que su ausencia sea pasajera como los recuerdos en la demencia, no quiero vivir más historias terroríficas [Desahogo] De la resiliencia ella tiene esencia, y yo con dificultades para sanar, por eso la mantengo en mi conciencia Con cuidado de que su permanencia, conste en el álbum de mis mejores experiencias Por su existencia, tengo dependencia; es como mamá, pero con la diferencia de que su presencia nunca me urge con urgencia Es la razón de mi elocuencia. Soy un reservado parlanchín, con sentido de pertenencia a su decencia Es esa ocurrencia que con frecuencia pasa por mi mente y me quita la so

El último poema antes de morir de un solo verso

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Me desmayé cuando atisbé aquella escena en donde la tersura y la parsimonia, se matrimoniaban y ejercían la danza de la atracción, del encanto. Y entre tantos otros espectáculos, el de tu propiedad, ha sido el más espléndido. Y sí, me puse pálido. Y sí, quedé como un parapléjico. Es que, soy tan crédulo que confié en que, tus destellos de nobleza redujeron mis espantos... A la fecha son menos las penurias, menos los llantos. Que ya ni sé en cuántos rezos te situé, aun cuando me encontraba en esos días álgidos. Desperté y me sentí fantástico, aunque desahuciado por tu omnipresencia, que me resulta cálida, pero a la vez provoca en mi un pequeño quebranto... Quisiera serte más exacto, pero se me desconfigura la cordura, y se me estremecen las sinceridades. No volvería (qué tontería), a estar animado, ni dentro de otras cuatrocientas navidades. Tú eres una cenicienta en mis aposentos, y aunque no me controla el tiempo, siento que, si no fuese porque soy invisible como el viento, yo ya estu

«Sono un essere felice»

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Las personas se aferran a los recuerdos, y yo, yo me sostengo con aquello que ya no existe. Casi nunca estoy triste, mas siempre estoy callado; como el árbol de hojas secas, que sólo hace ruido cuando se quiebran sus hojas. Cuando me expreso en papel soy versánico, cuando hablo de mis reprimendas soy cuerdo. “Se me tiemblan" las fortalezas, y se me endurecen los inviernos. Miro si respiro a través de mis muñecas, y pienso si me has leído cuando con la mirada te guío. Y te guiño, porque finjo que no me aflijo como el del crucifijo, como el huérfano, el único hijo. Me corrijo... Nadie me lo contó, nadie me lo dijo, que eres fulgurante, y yo que muy poco al cielo le exijo... Pero ya no te tengo en boga, sino sujeto una soga mientras el viento da sus pasos; y la oscuridad, esa de la que tanto dibujaba, constantemente conmigo dialoga. Pero tranquila, casi siempre ella es quien me hace caso. He extraviado el montante, donde antes ejercía el ejercicio de dejar de ser redundante. Con lo d

Episodio de Dolor N° 4500

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Un nuevo día, una nueva argucia; la vida que me dieron vino sin astucia. Y pernocto, como un búho, sigiloso. Bésandome las heridas que me hice con rasguños, como los osos. Los lamentos, ya no los expongo, los tengo en reposo. Me carcomen la mente, el desorden de mis tristezas, algo así como tener la mente sucia. Me atolondro, y me escondo debajo del cuaderno, entre cerrado, entreabierto. Cierro las ventanas del presagio, pero futuro incierto a mí mismo me advierto. Las voces en mi cabeza brindan concierto, pero con desconcierto, y luego todo es silencio como en el desierto... Nadie aboga por mí, sólo mis expresiones en matiz azul. Cargo lágrimas retenidas, como una hidropesía ocular, que no me la quitaría ni San Vicente de Paúl. No distingo entre cavernas y salidas de emergencia, vivo encerrado en un cenobio. Tengo que escapar, eso es obvio. En este cuerpo apagado, ya no encuentro permanencia. Me extiende la mano el más lóbrego, pero no me gusta la ardentía. Pareciera que estoy ciego,

Diaria tortura (Calentamiento mental)

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Continuando... De hace meses cargo con una rabieta, porque presiento que el planeta, a mí, y a mi corazón nos está sofocando. Fondo profundo estamos tocando, hablo de yo y de mi miseria completa. Ya no quiero hablar con las paredes ni con el suelo. Quiero hablarle a la Tierra para decirle que yo tampoco encuentro consuelo. Soy un tobogán de emociones disturbias, proveniente de un ente al que nadie lo reta. No es descontento, sí lamento, por ello, prefiero la convivencia en mi mundo paralelo. Mi alma llora como pertinaz lluvia, y en mi corazón yace más de una grieta. Son eventuales las tormentas, pero cómo atormentan, cómo escarmientan; mis estrellas se van quedando sin cielo... Llevan sangre mis letras, pues los pensamientos errantes, ni como antes son preciosos para este poeta. Millones de soles, mis torturas las segmentan, y a mis millones de neuronas las trituran, las calientan. La vida no ha sido color magenta, es más, me cuentan, que los calores de la amistad solo sirven en épocas