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En armonía

Me suelto al aire y corro como desierto al agua, allí me quedo y hago estragos sobre lo aquello vivido. Dormido entre vigilias, mi corazón en exilio; empero contando con días venideros más sobrios. Busqué entre los pliegos de papel jaspeado, un augurio de un saludo algo espontáneo; con mañas de un invicto fidedigno, y con el drama de querer por sobre todo el odio. Me convertí al entusiasmo de rondar su encanto, entre tantas otras crónicas ensimismadas, ocultándome al sentimentalismo de fatuidades  todo ha sido algo más que un simple escollo. Pacífico me he enseñoreado, y así taciturno me hago cumplidos, pues es todo lo que puedo dar de ofrenda a ese ser espléndido. Mas siendo enfático en lo que se trae lo estupendo; Y en consejo, tiempo al tiempo es paz a mis demonios... El Poetólogo

“Remembranza”

  Cerré los ojos a las 2 de la madrugada, una no tan abrigada, cerré las ventanas, pero la puerta entreabierta, me decía que demorabas... Mientras caminaba hacia la cocina recordaba, tu mirada, la platera vacía, y unas galletas un poco abrasadas. Desperté nuevamente, y aún oscurecido seguía el entorno, la mesa sin mantel, pero el florero aún de adorno. La foto entre el cuaderno, y allí tu rostro sempiterno, embellecido. Yo seguiría intacto si no hubieses «fallecido». Le hago cumplidos al cielo, diciéndole que a él te asemejas; y la historias que me contabas, ahora son todas moralejas. Y así mientras más te pienso, más te valorizo,  perdón, no contaba que te irías pronto con el que nos hizo. El jolgorio en mi mente ya no hubo más, sonrío pero sólo de repente; fuiste incondicional como la luz solar, y en la nada sigues vigente. Luego de que encuentre solidez, te buscaré otra vez;  pero esta vez, como canicas que buscaba en mi niñez. Cuesta talar un roble, y así de noble mi corazón exhibo

«Pretérito»

El aire se hizo viscoso, el agua se hizo grisácea y la tristeza con la desidia hicieron una miscelánea. La felicidad y el confort, me desconfiguraron me transformé en un robot, en un espejo que agrietaron Yo ya me siento canción, pero con letra olvidada muñeco de trapo descosido en una casa abandonada. El alma mía reseca como las manos sin nerviosismo; el ­“te quise” y el “te querré” se parecen, pero no son lo mismo. La bonanza ahora es miseria, tanta como bazofia y de tanto latido innecesario, mi corazón de a poco se atrofia. Soy un profeta del dolor, avizorando tempestades no sólo escapó el amor, también varias amistades. El resentimiento es sólo otro símbolo de esclavitud,  por eso nunca exijo nada, mucho menos con pésima actitud. Algunos me otean como si fuese un sanguinario, como el lobo en la historia mal contada, ¿feroz? todo lo contrario. Respiro barbaridades, y a los enigmas soy propenso... soy como pieza antigua, aroma que se apaga como incienso. Tu eres la sociedad y yo el

Seguimos dormidos

Ya dejé yo de hablar con las paredes, siempre femeninas empero me senté a platicar con las noches estrelladas y nubladas y ya no apago mi cabeza por rabia, y prefiero llamarle memoria a mis retinas  así pues, las fotos mentales que nos hicimos para ‘el ello’ son sagradas. Exhorté al alma interna divagar en terrenos deshabitados a ver si con añoranzas la luna aunque sea asomaba pues yo, un amante de la oscuridad consensuada pretendía enviarte, entre el viento y uno que otro pensamiento, uno que otro recado. El camino se hizo largo, como el descanso de fin de semana y nunca corrí veloz, porque la despedida me parecía muy temprana. Castigué al Sol quedándome en confinamiento, aunque siempre fui el árbol aislado y aunque no admita defensa, de ahínco estoy deteriorado. Me siento incordio ante los enredos que da la vida prefiero hacerle caso al ocaso y seguir dormido ya que algunos recuerdos son como resbalones con caídas como si al pensarte saliera del planeta despedido. Continuaré ejercien

A una vieja conocida...

Le consulté al Ídolo de las Alturas, a ver cuánto me dura este fervor... Fue allí que persuadí hacia un favor, y le pedí magia, mientras el corazón mío destilaba lágrimas en hemorragia. Yo siempre he llevado tatuada una manía, llamada “nunca alcanzar lo que, sin titubeos, alcanzaría”... Le debo al cielo varios suspiros, y, con la mísera ilusión de confiar en lo improbable, estoy al día. Cuento mi propia leyenda sobre acontecimientos que me tapizaron el alma hasta dejarme sin aliento. Recuerdo haber estado entre enfrentamientos constantes a medida que el árbol se hacía hercúleo... y yo, pintando al óleo paisajes borrosos por la pena de mis ojos llorosos, la soledad siempre me consentía... Hasta que trastabillé e imaginé que los cielos surcaba con espadas; me creí un guerrero de la Antigua Grecia pero con sus plazas inundadas. Eso, cuando vi a la paloma mensajera llegar hasta mi ventana, y en el manifiesto una aventura sin igual, descrita y muy bien contada. Me ilusioné, como se ilusiona

Todos los días es un «hasta pronto»

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[Introducción] Saludos a la mujer más bella sobre la faz de la esfera terrestre Aunque me cueste, sigo pensando en su (aura) azul-celeste Es que, la luna hace que ella se preste, para hacerle símil Mientras la miro dentro de mi cerebro y la describo como hacían los poetas de esencia rupestre [Continuación] A veces sigo esperando que me conteste, que me hable a través de la combustión calorífica Que su ausencia sea pasajera como los recuerdos en la demencia, no quiero vivir más historias terroríficas [Desahogo] De la resiliencia ella tiene esencia, y yo con dificultades para sanar, por eso la mantengo en mi conciencia Con cuidado de que su permanencia, conste en el álbum de mis mejores experiencias Por su existencia, tengo dependencia; es como mamá, pero con la diferencia de que su presencia nunca me urge con urgencia Es la razón de mi elocuencia. Soy un reservado parlanchín, con sentido de pertenencia a su decencia Es esa ocurrencia que con frecuencia pasa por mi mente y me quita la so

El último poema antes de morir de un solo verso

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Me desmayé cuando atisbé aquella escena en donde la tersura y la parsimonia, se matrimoniaban y ejercían la danza de la atracción, del encanto. Y entre tantos otros espectáculos, el de tu propiedad, ha sido el más espléndido. Y sí, me puse pálido. Y sí, quedé como un parapléjico. Es que, soy tan crédulo que confié en que, tus destellos de nobleza redujeron mis espantos... A la fecha son menos las penurias, menos los llantos. Que ya ni sé en cuántos rezos te situé, aun cuando me encontraba en esos días álgidos. Desperté y me sentí fantástico, aunque desahuciado por tu omnipresencia, que me resulta cálida, pero a la vez provoca en mi un pequeño quebranto... Quisiera serte más exacto, pero se me desconfigura la cordura, y se me estremecen las sinceridades. No volvería (qué tontería), a estar animado, ni dentro de otras cuatrocientas navidades. Tú eres una cenicienta en mis aposentos, y aunque no me controla el tiempo, siento que, si no fuese porque soy invisible como el viento, yo ya estu